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El maestro

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El maestro

“Las personas siempre le temen al cambio. Le temían a la electricidad cuando fue inventada, ¿no es así?”
Bill Gates

Hace un par de semanas encontré este artículo que me llamó mucho la atención de Mariano Sigman (@mariuchu) en su proyecto “Human Brain“, en el campo de la neurociencia relacionándolo con la Educación:
El esfuerzo mental es crucial para una buena educación

Enmarcaría el artículo y comenzaría a desgranarlo hasta triturarlo, porque creo que tiene mucho sobre lo que reflexionar: horarios, descansos, la motivación, el esfuerzo…
En uno de los últimos cursos que hice me contaban que no entendían por qué los niños en Primaria estudiaban todo el cuerpo humano, menos el cerebro. ¡Anda, pues es verdad! No me lo había planteado. No es que tengamos que ponernos a un nivel científico, pero igual nos vendría bien dar unas nociones básicas sobre algunas de sus características porque mejoraríamos el conocimiento personal y entenderíamos mejor nuestra forma de comportarnos; por ejemplo, la lateralidad y cómo funcionan nuestros hemisferios cerebrales…
Lo peor de todo es que si ahora se lo digo a mis compañeros, me sacarían los colores:
“¿Te parece poco temario el que tenemos que desarrollar?” Y es cierto, tanto ¿ para qué? A veces tenemos la sensación de que seguimos dando lo mismo año tras año, aunque un poquito más extendido. ¿Seguimos los libros o nos preparamos nuestro material? Sobre esto hay mucha literatura: aunque no sabemos cuál es la mejor opción, personalmente, me gusta más la segunda, me deja más libertad para dar mis clases y crear mi propio temario, aunque ya sabéis, “cada maestrillo, tiene su librillo”. Sí, ya sé, es fácil decirlo en Educación Física, pero todavía no he encontrado a un compañero que me diga que “le encanta” el temario, siempre falta o sobra algo.
Pues algo así le sucede a nuestro sistema: presenta carencias (algunas de ellas ya las hemos ido comentando) y dificultades a nivel general, por ejemplo en los centros: hay poco profesorado, en muchos casos itinerante, carencias digitales y de formación, falta profesorado de apoyo dentro del aula, poca coordinación escuela/familia, escasa o nula motivación, ausencia de proyectos educativos reales… Esto hace que no siempre podamos atender como nos gustaría cada caso particular y que los resultados no sean los deseados, pero ¿y los maestros? ¿podemos hacer algo en todo esto?
Últimamente estoy estudiando y leyendo mucho sobre la enseñanza y cada vez creo que tengo más carencias, sobre todo tal y como parece que va a ser el futuro de la educación. Y perdonadme si también os digo que hay muchas incongruencias. No voy a analizar casos generales, sino el mío propio: cuando estaba en Magisterio nos enseñaron Didáctica, Historia, Pedagogía, Psicología, Metodología del aprendizaje… de todas las áreas troncales y de nuestra especialidad, sin embargo, a todos los futuros maestros, en esa etapa, nos sucedió igual: nos damos cuenta de lo que estamos estudiando cuando llegamos a las prácticas. He tenido muchos alumnos de prácticas y todos me hicieron la misma reflexión que hice yo en su día: “Esto no se parece nada a lo que hemos estudiado“. Hasta tal punto que conozco más de un caso que abandonó la carrera porque se dio cuenta que no tenía nada que ver con la idea que se había forjado y con lo que estaba estudiando; por otra parte, también he tenido alumnos que han salido de sus prácticas deseosos de comenzar a dar clases porque se dieron cuenta que verdaderamente les encantaba lo que iban a a hacer . Y es que la clase magistral forma parte de una pasado ya muy lejano. Esto que comento no es sólo de Magisterio, sino que forma parte de la enseñanza de las diferentes carreras universitarias, por lo que deberíamos plantearnos centrarnos en la realidad.
En nuestra formación tenemos muchas lagunas:
– Cada día tenemos más alumnado con trastornos en los colegios, muchos de ellos los desconocemos; por otra parte hay cada vez mayores problemas de comportamiento, en algunos casos asociado. Con la ley nueva los orientadores no comienzan a valorar a los niños hasta que pasen tres meses desde que se observe algún comportamiento o conducta anómala. Y perdonadme, pero cuando un maestro dice “este niño es raro, aquí pasa algo extraño”, no es porque se lo quiera quitar de su clase, sino que lo que está observando se escapa de su conocimiento y precisa ayuda.
– En mi área me prepararon para discapacidades físicas, sin embargo, apenas vimos casos de alumnos de Educación Especial: está claro que cada niño es un mundo, pero precisamos de una metodología específica o unas bases generales; nuestros objetivo es incorporarlos a la clase e integrarlos y necesitamos una guía en el proceso; muchas veces nuestros compañeros de PT (Pedagogía Terapéutica) y AL (Atención y Lenguaje) nos asesoran para que podamos conducirles dentro de nuestras clases, pero sería necesario un feedback sobre cómo lo estamos haciendo. Experimentamos mucho con diferentes posibilidades; eso no es negativo, pero a veces conseguiríamos mejores resultados o más rápidos con otro tipo de dinámica.
– No tenemos formación alguna para motivar a nuestros alumnado: está muy de moda el “coaching” y nosotros estamos en blanco, os diré que en Finlandia los maestros han pasado a llamarse todos “coach”, no por modernismo sino por su filosofía de trabajo. Aquí tendríamos que interrogarnos sobre varias cuestiones al respecto, ¿tenemos un plan de acción claro?, ¿cuál es nuestra perspectiva educativa?
– Nos falla la resolución de conflictos: presentamos muchas carencias para tratar y solucionar determinados comportamientos ya que nuestra autoridad está en el subsuelo: antes con una mirada nuestros profesores callaban un aula, ahora ni desgañitándonos conseguimos centrar la atención. Los comportamientos cada vez son más graves y ya no vale con “quedarse sin recreo, copiar, no permitirle ir de excursión…”. En algunas normativas llegaron a prohibírnoslo, creo que ya lo hemos comentado. Estamos intentando subirnos al barco de la Inteligencia Emocional, usando otro tipo de estrategias, pero debería formar parte obligatoria de nuestra formación.
– Debíamos tener unos conocimientos básicos de “marketing”: quiero vender mi proyecto de escuela, pero ni a los equipos directivos les interesa, ni te motivan para hacerlo. Cuando un director se presenta va con un proyecto y un equipo, pero no se motiva al profesorado a realizarlo, ni siquiera se convence de ello; por otra parte a nivel de gestión de centro lo hacemos prácticamente todo y no estamos preparados para ello. O se introduce dentro de una formación general o incluso, como en años pasados, hay verdaderos especialistas en la gestión y organización del centro.
– Nos falta aprender estructuras de organización en cuanto a establecer lazos y vinculaciones con los diferentes grupos que intervienen en educación: seguimos a años luz de los padres y caminamos por diferentes senderos, etc. Recuerdo cuando se iniciaron los consejos escolares y se le quitó “la autoridad” a los maestros, desde aquel momento se comenzaron los caminos irreconciliables. Entendedme bien, por aquel entonces los consejos escolares comenzaron a ser en muchos casos batallas continuas por una lucha de poder. Y esto comenzó a afectar cada vez más a grupos de clase, tutorías, representantes de los consejos escolares, etc.
– En los colegios se nos agobia con las programaciones: hay que dar todo el temario, no nos podemos salir ni un ápice. Y después, es curioso, cuando comienzas a ver vídeos y a investigar, lo más novedoso en educación es lo contrario: aparco mi programación, tengo que buscar las emociones de mi alumnado, hay que despertar su interés, hay que formar los valores, desarrollar la creatividad y esto sólo podemos conseguirlo cuando tenemos una escucha atenta y significativa de nuestros niños. Este ejemplo lo veréis en este vídeo de una conferencia de César Bona (@cccesssarrr).

Fijaos, hace un par de años una inspectora llegó a mi centro y se metió en la clase de una compañera: le preguntó qué estaba dando y al ver que no coincidía con lo que ponía en el horario comenzó a desautorizarla en público, regañándole delante de todos sus alumnos. Ni siquiera le dejó explicarse: tras la clase de Matemáticas, había niños que no se habían enterado y ella decidió quitarle unos minutos a otra asignatura. Seamos coherentes, ¿tenemos o no tenemos capacidad como maestros para saber en cada momento qué es lo que mejor le viene a nuestro alumnado? Porque si no lo somos, o no se confía en nosotros, ¡mal camino llevamos!
La verdad es que si empiezo no termino y me he dejado algunos aspectos como por ejemplo la enseñanza de idiomas (algún día hablaremos de esto) o el uso de las nuevas tecnologías (y es que somos centros TIC); de todos ellos no sabría decir cuál es el más importante, pero lo que sí puedo deciros es que la mayoría de nosotros cuando nos damos cuenta de nuestras carencias, buscamos soluciones: cursos, formación, lecturas, charlas, compartimos experiencias con otros compañeros, buscamos webs, recursos digitales… No quiero que penséis que vuestros hijos no están atendidos, no se trata de eso, sino que podrían estar mejor. Necesitamos con urgencia un nuevo planteamiento de educación en nuestro país: hecho por y para todos.
Para que reflexionéis un rato, leed este artículo sobre la Educación del siglo XXI con herramientas del siglo XIX.
Os contaré una anécdota que viene al caso y que puede resumir lo que os he explicado: hace ya unos cuantos años cuando la LOE iba a comenzar, 2006 creo, nos plantearon a los maestros si queríamos participar desde nuestra Comunidad autónoma. El tema salió en claustros y en mi colegio la mayoría llegó a la conclusión de que nuestra opinión no iba a servir de nada. Como no querían participar dije que a nivel personal sí quería hacerlo: “nos quejamos de muchas carencias, pero para una vez que nos dejan intervenir ¿no lo vamos a hacer?” Al final, se implicaron algunos maestros y fuimos recogiendo problemas y posibles soluciones. Quedábamos antes y después del colegio para realizar el documento que íbamos a enviar. Diez días antes de que concluyera el plazo que nos habían dado escuchamos en la radio que se presentaba el borrador, el anteproyecto de ley. Me tuve que tragar todos los comentarios de mis compañeros: “ya te lo dijimos”, “no serviría para nada”, “a nosotros no se nos tiene en cuenta”… Me sentí fatal porque creía que íbamos a cambiar algo, pero al final, todos tenían razón. Acababa de involucrar a un grupo de maestros en un trabajo ¡que no iba a servir para nada! Ése es el sentimiento de frustración que a día de hoy tenemos muchos maestros. Al final, ¿qué sucedió? Que mandamos nuestras reformas a la Junta de Andalucía diciendo que fueran honrados la próxima vez y que las modificaciones que tuvieran que realizar fueran extraídas de la Comunidad Educativa y no de personas que trabajan tras una mesa y desconocen lo que es el día a día de un colegio con niños. No recibimos contestación alguna.

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Nutellotti de Benedetta

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Como el artículo está siendo muy denso con tanta queja, os dejo hoy una receta muy facilita que me enseñó mi amiga Olga: además de fácil es divertida: las Nutellotti de Benedetta. Hoy con nuevo formato, ¿no hablábamos de tecnología? Os van a encantar tanto su presentación como lo buenas que están. ¡Que os aproveche! Por cierto, os saldrán poquitas y se acabarán rápido.

Nutellotti de Benedetta

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Por si todavía tenéis duda sobre la película que he elegido esta semana, tiene un objetivo concreto: no sé si la conocéis pero está basada en un caso real. Es un maestro que lucha por su puesto de trabajo y llega a un destino muy complicado y “contra viento y marea” desarrolla su labor. Eligió su profesión por algo. Como dice César en el vídeo anterior: vocación y actitud siempre deberían ir siempre unidas.
Aunque el sentimiento de este artículo parezca negativo, y es que la semana ha sido difícil, creo que estamos en un momento especialmente crucial: nuestra posición es muy baja respecto a las diferentes escalas educativas que se realizan y esto se debe a una mezcla de factores en los que todos podemos contribuir. Necesitamos un CAMBIO en educación. Quiero deciros que soy optimista y que creo que podemos mejorar y cambiar muchos aspectos, de lo único que dudo es que seamos capaces de ponernos de acuerdo los diferentes sectores. Y es que, seamos realistas, aquí estamos todos: alumnado, familias, maestros, delegaciones, ciudades, gobiernos… Por si no os habéis dado cuenta nuestro alumnado es la población del futuro: algunos serán maestros, ingenieros, representantes políticos, jueces… Ya estamos construyendo la futura sociedad y nos falta la base. Debemos darnos prisa porque el tiempo apremia.
Que os vaya bonito
Maribel B.
@_MaribelBP

Descubre otros artículos de colaboración en la sección de Maribel B. en La Diversiva

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