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Gracias mamá

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Gracias mamá

Que la maternidad es una experiencia que cambia la vida es una verdad ineludible. Desde el momento en el que una mujer confirma que está embarazada, su vida cambia para transformarse en una nueva etapa llena de otras experiencias, ni mejores, ni peores, sólo diferentes.
Hoy por hoy no he tenido la vivencia de ser madre, pero esta es mi impresión después de todos estos años, escuchando a amigas, familiares y madres que pasan por la consulta. En base a sus comentarios he llegado a la conclusión de que ser mamá tiene sus ventajas e inconvenientes como todo en la vida; sin embargo, también percibo la imagen de que se trata de una vivencia que consiste en elegir acciones, a veces en detrimento de otras o incluso en comunión éstas y aquéllas. Actualmente vivimos a un ritmo desmesurado en avances tecnológicos; exigencias a tener más, a querer más; experimentamos la sensación de que no es suficiente lo que se hace y al final esta percepción se extrapola a un hijo cuando eres madre. En ocasiones sentimos que no se nos permite tener ni el más mínimo tiempo para tomar decisiones y mucho menos pensar en qué tipo de educadores queremos ser, existe un rol establecido que nos dice qué es lo que hay que hacer y ese es el que seguimos, sin pararnos a pensar en si es o no el correcto para nuestra familia.
Curiosamente y pese a todo esto, el papel de una madre no se ha desvirtuado en el tiempo. Siguen siendo mujeres polifacéticas las cuales ejercen de pediatras, psicólogas, maestras, enfermeras, entrenadoras, cocineras, taxistas, planificadoras de eventos, decoradoras de interiores, personal shoppers, mediadoras de conflictos familiares, animadoras socioculturales, abogadas del diablo, videntes, detectives privados, máquinas de la verdad… Sí, sí, la maternidad te cambia la vida, de eso no cabe duda. Además todo ello ocurre tras perder su identidad individual para pasar a ser “la madre de”, cosa que hacen con gusto pero… ¡tremenda presión!
Definitivamente es un camino arduo a la par que bonito, según lo que las mamás que conozco me cuentan. También ellas afirman que la verdadera gratificación radica en poder disfrutar de quien o quienes has criado, poder ver sus logros, cómo adquieren capacidad de mejorar, de cambiar; en conclusión, verlos crecer y desarrollarse como personas. Teniendo en cuenta todo esto, entiendo que el fin último de la maternidad desde el principio de los tiempos hasta hoy mismo es intentar cubrir las necesidades de tu hijo en todos los campos. Cosa muy muy complicada, desde luego, pero que aun así, las madres siguen y seguirán tratando de hacer.
Pero bueno, lo importante del “Día de la madre” es hacer una reflexión sobre la labor de estas maravillosas mujeres y lo haré desde un punto de vista que conozco muy bien, el de hija. Me gustaría homenajear tu labor mamá, empezando con una palabra que plasma lo que se siente cuando uno analiza su pasado y observa su presente, “GRATITUD”. Gracias por tu acto de abnegación; por ceder tu identidad para que yo construyera la mía; por anteponer mis necesidades a las tuyas; por marcarme límites y poner normas; por adelantarte, siempre, enseñándome así, lo mejor para mí.
Cultivaste en mí la habilidad de elegir empezando por la ropa, pasando por amigos, proyectos, parejas, estudios y culminando en que hoy en día, elijo y organizo toda mi vida.
Gracias por ser vidente y decirme las cosas antes de que pasen, incluso siendo consciente de que no haré caso. Por secarme las lágrimas en cada golpe que me he dado y que me doy. Por tu paciencia, que me has demostrado, mientras esperas para recoger los pedazos después de cada caída, la cual ya habías visto mucho antes de que yo la pudiera apreciar.
Gracias por respetar mis decisiones, por apoyarme en todo, por empujarme cuando mis fuerzas flaquean en la consecución de mis metas, por ser la mejor de mis maestras implicándote en todas mis actividades y enseñándome a ser y a hacer lo mejor en todas y cada una de ellas.
Gracias por demostrarme siempre que te importo y que mi valor es incalculable para ti y hacérmelo ver cada vez que has tenido que defenderme o empujarme a los leones para aprender. Por cada momento que lo has querido compartir conmigo. Por aprender a ver las cosas como si las vieras por primera vez conmigo. ¡GRACIAS MAMÁ!
Al final de todo, acabo de tener conciencia que cuando somos capaces de ver lo que han hecho por nosotros, la presión ya no viene de la sociedad, sino del listón que nos han dejado. Como hijas hemos recibido el amor incondicional, ahora nos toca aprender a darlo a otros. Para todas las madres que lo son actualmente, las que están próximas y las que seremos en un futuro, mi reflexión y conclusión es la siguiente: ser MADRE es sinónimo de VALOR y AMOR SIN CONDICIONES.
Feliz día de la madre para todas.
Paula Pérez
@PerezPsicologia

Foto de archivo extraída de laprensa.hn

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