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¿Y por qué?

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¿Y por qué?

Post de mujer

Eso me pregunto yo muchos días y no tengo respuestas… o mejor dicho, las respuestas están y algunas de ellas con importante base científica, pero a mí no me convencen, o quizá no me gustan. Este post va dedicado a todas esas mujeres a las que nos ronda el 5… como primera cifra… ya le vemos la panza o está recién instalado… ¿qué nos pasa en estos momentos? Pues nos pasan cosas que a mí me hacen preguntar muy frecuentemente ese por qué del título.
¿Por qué engordamos si comemos cada vez menos? ¿Por qué? Estamos en la época de nuestra vida que menos y más sano comemos, pues ya hemos abandonado la bollería, los fritos (salvo caprichos muy puntuales), los dulces, las meriendas tradicionales, las salsas, y en muchos casos hasta los guisos. Cada vez comemos más lechuga, verdurita y todo a la plancha… Pues bien… nos pesamos y engordamos… ¿Por qué? Si a esto le sumamos que es, seguramente también, la época en que más deporte hacemos de nuestra vida… nada que ver con la treintena y hasta la “cuarentena”… nos machacamos en el gimnasio, corremos, andamos y andamos… vamos andando a todos los sitios donde antes siempre íbamos en coche y pensábamos que estaba lejísimos para ir andando… pues nada… no vale. Vamos al peso y de nuevo hemos engordado… ¿Por qué?
¿Por qué se nos cae todo? Imagino que la gravedad estará haciendo de las suyas, pero con la de cosas que hay para entretenerse tiene que fijarse en nuestro trasero y en nuestras delanteras… sin olvidarse de nuestro brazo… que ya en verano hay que abstenerse de aliñar las ensaladas en las comidas… Y es difícil hacerlo, pues tenemos ese gen de madre que no hay quien nos aguante, y cogemos el salero en cuanto lo tenemos delante… y claro, siempre hay algún graciosillo en esas reuniones que te recuerda el movimiento de tu “tríceps”… ¿Por qué?
¿Por qué perdemos la forma? ¿Por qué nos ponemos “rectas”? Si nos pusiésemos desnudas y pidiéramos a un niño pequeño que nos dibujara, pintaría un rectángulo con cabeza, dos columnas por piernas y dos palos por brazos, o tal vez como un minnion. Adiós a las típicas curvas femeninas… se fueron… ¿Por qué? ¿Tendrá algo que ver esto con el Guadiana? Vale, lo explico… eso que se hace llamar regla o período deja de ser algo que se comporta con ciertas reglas y aparecer de forma periódica, y empieza a hacer como el río Guadiana, que aparece y desaparece… sin regla… y además le va bien hasta el nombre de “río” porque hay veces que viene con un buen caudal… Y en esas desapariciones de repente se nos presentan los temidos “bochornos”, que nos obligan a arroparnos y desarroparnos, y a ponernos y quitarnos el pañuelo y la chaqueta como si fuésemos tontas… ¿Por qué? ¿Por qué nos sale ese lunar blanco en la raya del pelo? ¿Por qué se blanquean las patillas y las entradas de la frente? Esto nos obliga a pasar por la peluquería cada veintitantos días, y como lo dejes para el treintaytantos ya estás “incapaz”… vale, ya sé que me vais a decir que yo tengo poco problema con esto, pero os diré eso de “en casa del herrero, cuchillo de palo”… y nos toca ir luciendo ese look un tanto “no sé como definirlo”… ¿Por qué?
¿Por qué tenemos que sacar las gafas para ver cosas que hemos visto siempre sin ellas? Hasta para ver los mensajes de “WhatsApp”, que menudo rollo andar todo el día con las gafas en la mano… quita, pon, quita, pon. Esto debía ser mucho más cómodo antes que no había móviles, pues sólo te hacían falta para leer alguna cosa de vez en cuando, y ahora es insufrible. Yo lo paso fatal también en algunas tiendas donde las etiquetas del precio las han diseñado treintañeros y no hay forma de ver ni la talla, ni el precio, ni ná. Hay algunas tiendas de ese tipo en las que yo ni entro, y también estoy tachando de mi lista determinados restaurantes que tienen cartas ilegibles y luz tenue, que se lleva mucho… y con lo feo que queda que tú vayas tan mona, con tu rimmel y todo y tengas que sacar las gafas para ver lo que quieres cenar… ese es el momento de decir “lo mismo que tú, cariño”… ¿Por qué?
¿Por qué nos sientan mal muchos alimentos que hemos comido siempre? ¿Por qué se nos repiten los pimientos fritos, el chorizo, los churros… y un montón de cosas que comemos como ya he dicho antes muy de tarde en tarde? A mí me ha sentado todo siempre estupendamente y ahora… ¿Por qué si algún día hacemos una comida un poquito más generosa tenemos digestiones como si nos hubiésemos tragado un elefante? ¿Por qué?
¿Por qué nos sienta fatal el alcohol? No me estoy refiriendo a pillar una borrachera, no, eso ya no nos pega… me refiero a tomar un par de copas una noche y levantarte como si te hubieras bebido la bodega del bar. ¿Por qué nos sienta mal el vino? Bueno, conozco a alguna que no le sienta mal, pero por regla general, más de un par de copas en la cena nos pasan factura… dormimos mal y suerte si te libras de las taquicardias, porque el dolor de cabeza no te lo quita nadie… me dicen que es por los taninos del vino pero yo no me lo creo… ¿Hace diez años no tenía el vino esos dichosos taninos? ¿Por qué?
Y por último, pero no menos importante: ¿Por qué me llaman señora? No lo soporto, sobre todo cuando voy tan mona, tan deportiva… con mis zapatillas última moda, mis pitillos, mi chupa de cuero y gafas de sol fashion total, corte de pelo “supercool”… look genial… pues bien, siempre hay alguien que se tiene que dirigir a mí con un “Señora…” y me giro y digo… no puede ser…¿Por qué?
Imagino que hay más porqués y que todo es susceptible de empeorar… pero cada cosa a su tiempo… jejeje.
Ah, bueno, no quería terminar este post sin deciros que yo esto no lo sé por mí… es que me lo ha contado mi amiga, que se lo ha dicho su vecina…
Ana Sancho
blog.mujerjoven@gmail.com
Twitter: @4n4s4n

Consulta en este enlace todos los artículos de Ana Sancho en su espacio ‘Mujer joven de mediana edad‘.

También puedes leer aquí las colaboraciones de distintas autoras del blog de Vivencias.

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