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El ocio en familia

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El ocio en familia

¿Sabías que los niños y niñas que practican deporte solo en el colegio suelen abandonarlo cuando llegan a la adolescencia, pero no así los que los practican en familia?
Te proponemos convertir el tiempo de ocio en familia en un momento de bienestar, de experiencias compartidas y de aprendizaje de valores, que mejoren la convivencia familiar y permitan el desarrollo personal y social de todos sus miembros a través de la realización de actividades grupales.
Padre e hijo
El ocio en la actualidad: individualismo y tecnología
Hoy en día la familia se ha vistos reducida, así como las posibilidades de educar en el hogar. Cuando ambos progenitores trabajan y hay poca familia extensa (abuelos, tíos, primos, etc.) que puedan quedarse al cuidado del niño o niña, las posibilidades de enseñar en casa se reducen a momentos específicos del fin de semana o de las vacaciones. Incluso pueden llegar a ser inexistentes si estos ratos de ocio acaban reduciéndose a un listado de actividades que se realizan sin pensar.
La realidad que encontramos desde los años 80, es que el tiempo de ocio en familia ha cambiado. Se ha convertido en un medio para estar entretenido, divertirse y distraerse de la rutina diaria. Ha pasado a ser una actividad cada vez más individual, más especializada en función de la edad y cada vez más relacionada con las nuevas tecnologías. Este enfoque en la práctica del ocio limitan los beneficios que se pueden obtener de él.
Los beneficios del ocio
– El ocio produce beneficios físicos, fisiológicos o cardiovasculares derivados del movimiento y de la actividad física. Ya sea porque el ocio se centra en una actividad deportiva o porque realizamos el ejercicio físico de camino al lugar dónde se realiza la actividad. El ocio sirve para combatir la obesidad y el colesterol haciendo que se reduzca en todos los miembros de la familia. Mejora la respiración, la masa muscular, la fuerza y la masa ósea, contrarrestando el riesgo de su debilitación y previniendo enfermedades. Por otro lado, se ha observado que en niños y adolescentes previene del consumo de alcohol y tabaco en un futuro. Así mismo, permite estimular el interés y el gusto por el deporte como medio para mantener una vida saludable.
Madre e hija deporte
– El ocio mejora la salud mental en general en tanto que reduce el estrés, la depresión, la ansiedad y la irritabilidad además de promover cambios de estado de ánimo emocionalmente positivos.
– A nivel personal, las actividades de ocio permiten desarrollar la seguridad y la confianza en uno mismo, la autonomía, la resolución de problemas, la tolerancia, la competitividad equilibrada, la responsabilidad, la potencia creativa, el liderazgo y la espiritualidad.
– La satisfacción que producen las actividades de ocio permiten desarrollar el sentido de la libertad, la alegría, el sentimiento de aventura, la asunción de retos, la satisfacción vital y la calidad de vida.
– A nivel sociocultural, el ocio fomenta la identidad comunitaria, la concienciación de la cultura y la historia, intensifica los lazos sociales, fomenta la cooperación, aumenta el apoyo social y fortalece los lazos familiares, promueve la implicación social y permite integrarse en la comunidad.
– La dimensión ecológica, fomenta el descanso, la diversión y el acercamiento a la naturaleza, a través de los parques naturales, las áreas recreativas o zonas de descanso y esparcimiento. Donde se promueve una ética responsable con el medioambiente y se fomenta la protección medioambiental obteniéndose también beneficios en esta área.
Niños jugando agua
– También el ocio produce beneficios económicos que promueven el crecimiento de la comunidad de manera directa a través de la organización y puesta en marcha de actividades e instalaciones. A nivel indirecto, el ocio reduce los costes de la sanidad, mejora la productividad y reduce el absentismo.
Lo mejor del ocio es que una misma actividad puede proporcionar todos los beneficios comentados. Si unimos todo esto a la compañía de las personas que queremos, el ocio se transforma en toda una experiencia.
Claves para convertir el ocio en un espacio educativo
La influencia que los progenitores tienen sobre sus hijos e hijas es muy superior a la de la escuela o los amigos en relación a los hábitos y los estilos de vida. Los padres y madres actúan sin darse cuenta como modelos a los que sus hijos e hijas observan con atención para después imitarlos. Un ejemplo de ello, es lo que comentábamos al principio sobre la práctica deportiva. Los niños que practican el deporte conjuntamente con sus progenitores, tienen más probabilidades de haber interiorizado la actividad como un hábito y mantenerlo una vez llegada la adolescencia.
Las actividades de ocio familiar pueden convertirse en el espacio para los aprendizajes informales, donde se promueva una práctica del ocio saludable que aleje a toda la familia de las actividades de ocio solitarias, las nuevas tecnologías o el problemático ocio nocturno.
Las claves para convertir el ocio en un lugar de aprendizaje compartido son:
Ofrecer alternativas donde desarrollar aficiones y hábitos acordes con sus gustos y preferencias. Esto puede suponer la negociación de las actividades a realizar o del rato que se dedicarán a ella. Esto permitirá el diálogo y la toma de decisión, así como la aceptación de las diferentes formas de pensar.
Permitir el descubrimiento. Es importante que durante los momentos de ocio se promueva la exploración, el descubrimiento en todos los sentidos (hacer cosas diferentes, pensar de manera diferente, probar alimentos diferentes). También debe ser un descubrimiento personal, donde pongamos en práctica facetas de nuestra forma de ser a las que nuestros hijos e hijas están menos acostumbrados: bromear, flexibilizar normas, etc.
Familia en la playa
– El ocio como vehículo de la comunicación. A través de las actividades familiares se abre una puerta a los sentimientos y pensamientos de los miembros de la familia. Es el contexto ideal para escuchar por ejemplo a los adolescentes y preguntar por sus opiniones y gustos. Al ser una actividad y un lugar diferente del de siempre, los niños pueden estar más abiertos a dar información o, por lo menos, a opinar sobre temáticas que en el día a día no surgen.
Flexibilidad y apertura. En el ocio familiar a veces se cae en el error de pautar todas las normas y actuar de manera rígida. No podemos pautar todas y cada una de las actividades y salidas ya que se pierde algo que a los niños les gusta mucho, la espontaneidad y la diversión. Si por ejemplo estamos realizando con nuestros hijos una salida al campo para buscar insectos, no hace falta pautar paso por paso cómo hay que realizar la actividad, lo mejor siempre es poner unas reglas muy generales y ver cómo se va desarrollando la salida. Es sorprendente como los niños en la mayoría de las veces se lo toman como una aventura y se implican totalmente en la actividad. Así, además, evitamos caer en la etiquetación de si las cosas que estamos haciendo están bien o están mal hechas. El objetivo es experimentar y divertirse.
Mónica Valverde Salgado
Psicóloga Sanitaria. Codirectora de Valpe Psicólogos

Puedes consultar otros artículos en nuestra sección de Psicología infantil y familiar.

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