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De lecturas y lecturas

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De lecturas y lecturas

El título va dando pistas sobre la temática de este post…Pues sí, va de leer, del placer de leer, de leer libros, sí, de eso toca hoy. Yo sé que, a priori, no parece muy interesante el tema pero te invito a que sigas leyendo y averigües alguna cosa curiosa sobre mi relación con la lectura y sobre otras cosas del leer. Este post me ha pedido ser escrito, me ha ido mandando mensajes en estos días para que me fuese inspirando y escribiera sobre esto. Ha habido cinco ‘señales’ que me han llevado a concluir que, definitivamente, este tema quería tener su trocito en mi particular ‘blog’, que con el ritmo que llevo últimamente ese nombre le queda ya bastante grande, a ver si voy corrigiendo esta sequía de escritora que me ha perseguido en este largo y lluvioso invierno que no cesa.

Vamos a entrar en materia, pues vaya rollo que os estoy soltando, je,je,je. Supongo que estaréis intrigados con las ‘señales’ a las que he hecho referencia, pues ahí van. Primera, resulta que están haciendo obras en la biblioteca de mi pueblo y, al pasar y verla, me recordó la cantidad de años que hace que yo no voy por allí y al intentar reconstruir en mi mente cómo era, me vinieron imágenes de tiempos muy, muy lejanos. Tanto, que de ahí me vino el recuerdo anterior a la existencia de la biblioteca y rememoré la época del ‘bibliobús’. Ya sé que los que sois de ciudad y los que sois de generaciones más recientes no tenéis ni idea de a lo que me refiero, pero es exactamente lo que define la palabra, un autobús que venía una tarde a la semana (creo recordar que los martes de 5 a 7,pero igual era otro día, mi memoria no es tan fina) y que hacía las funciones de biblioteca. Yo recuerdo que podías sacar dos libros y en esa época era muy poco para mi ímpetu devorador, con lo que el conductor/bibliotecario me hacía de cómplice para poder llevarme más libros. Me tenía que pasar unos minutos antes de irse y buscaba alguna ficha de algún socio que esa semana no hubiese venido a buscar ningún libro y le ‘colgaba’ los que yo me llevaba extra. Me hacía prometerle que la semana siguiente tenía que estar esperando en la plaza para devolver esos libros los primeros por si venía el susodicho lector a retirar algún libro esa semana. ¡Qué tiempos! La verdad es que cuando salen estos recuerdos es cuando piensas en lo afortunados que hemos sido por tener una infancia y una juventud sin tecnología, sin cacharros que nos distrajeran de otros placeres de la vida mucho más enriquecedores y ‘placenteros’, valga la redundancia. Lo siento, ya me estoy poniendo ‘carca’…

Seguimos con esta ‘señal’, pues los recuerdos de esos primeros años de la biblioteca han ido resurgiendo. En esa época yo seguía devorando libros y cuando me terminé las colecciones de ‘Los cinco’, ‘Los Hollister’, ‘Los siete secretos’, pasando luego a la tetralogía de ‘Flores en el ático’ que, por cierto, creo que me topé con la peli el otro día haciendo un zapping (otra señal) y algunos más que ahora no recuerdo. Empecé a buscar libros de edades más avanzadas y ahí estaba Doña Rosa, la bibliotecaria, que dicho sea de paso, cumplía el patrón típico de bibliotecaria y que ejercía una censura muy propia de su condición de ‘solterona’ y ‘beata’. No nos dejaba sacar determinados libros porque entendía que no eran aptos para nuestra edad y, claro, nos daba el ‘morbo’ de lo prohibido, recurriendo a los mayores para que los sacaran en nuestro nombre,je,je,je, cometiendo ilegalidades para leer. Yo creo que me leí casi todos los libros de la biblioteca y algunos más de una vez,pues tampoco había tanto, claro. Aprovechando que hablo de la biblioteca de mi pueblo, tengo que decir que ahora la bibliotecaria, Mari Carmen (que es soltera, aunque no ‘solterona’) me consta que está haciendo una magnífica labor y tiene la biblioteca llena, dinamizando y haciendo mil y una actividades diferentes para que los niños adquieran amor por los libros. Seguro que más que censurando, actúa aconsejando y orientando para que los niños, y no tan niños, aprendan y disfruten de este hábito. Enhorabuena y a seguir así (es asidua lectora de mi blog y hoy le ha tocado a ella este ‘pequeñísimo’ reconocimiento).

También tengo que decir aquí que esa pasión mía por la lectura, que me mantenía leyendo horas y horas (sobre todo en verano, en esos veranos larguísimos de entonces en el pueblo), me costaba con mi madre casi las misma peleas que mantengo yo con mis hijos ahora cuando se cuelgan delante del ordenador o los videojuegos. Salvando las distancias, mi madre no entendía como perdía tanto tiempo y me ‘escaqueaba’ de la costura dejando a un lado el bastidor con la mantelería. No creo que encontrara muy útil tanto tiempo empleado en esa actividad, las cosas de la vida.

Seguimos con las señales. El otro día, mi hijo me dijo que tenía que leer un libro, eso exactamente, que tenía que leer, pues en el instituto les suelen obligar a leer un libro al trimestre, con examen incluido para verificar que lo han hecho. Y en esta ocasión me dijo que necesitaba ‘El capitán Alatriste’ y se quedó sorprendido al decirle que yo lo tenía en la estantería, que lo buscara, que tenía la colección completa. No se podía creer y yo tampoco. Que le hubiesen encargado leer un libro de un escritor vivo, que su madre lo tuviera en casa y fuese capaz de hablarle del autor, de enseñarle hasta su cuenta de twitter y ver en la estantería más libros del mismo autor. A mí me gustan los libros de Pérez Reverte, aunque sea un poco pedante, je,je,je. Creo que es la primera vez que ha ocurrido, pues hasta ahora han leído libros tan antiguos y clásicos, que en mi modesta opinión, creo que no son los más indicados para despertar el placer de la lectura, aunque ahora esto es harto complicado, pues estamos rodeados de cosas que son más apetecibles para los sentidos. Mis hijos no leen, por mucho que yo lo haya intentado y por mucho que me hayan visto hacerlo a mí. Así que la foto que ilustra el post dejó de estar vigente cuando llegaron las Nintendo. Una pena, pero es lo que hay.

Otra señal: también hace pocos días leí un pequeño artículo sobre lo poco romántico que resulta leer en un libro electrónico y donde el autor decía que eso casi que no era leer. Y yo, que soy usuaria de este tipo de libro desde hace siete u ocho años considero que tiene muchas más ventajas que inconvenientes y me declaro firme admiradora de este tipo de cacharro. Me permite tener siempre libros a disposición, siempre tengo al menos dos o tres que me quiero leer ahí grabados sin tener que estar cargando con ellos cuando vas de viaje. No pesan los más gordos (que me los clavaba en el pecho cuando leía en la cama), etc. Y lo negativo que le veo es que como no ves la portada del libro que estás leyendo hay veces que no sabes ni el título ni el autor. Cierto, es así, y me ha pasado en más de una ocasión. Para paliar esto recomiendo poner dentro de una carpeta transparente encima de la mesita una impresión de la portada del título y eso ayuda. Yo lo puse en práctica cuando estaba acostumbrada a ir a las librerías y mis hijos identificaban perfectamente los libros que había leído, pues los habían visto en mi mesita de noche y, de repente, eso dejó de pasar pues ellos ya no veían lo que yo leía. Pero he de reconocer que no soy lo suficientemente constante para seguir haciéndolo, igual ahora lo retomo, estaría bien.

Quinta y última señal: el otro día me topé con un pequeño video para medir la velocidad de lectura y lo importante que esto es para una mejor y más rápida absorción de lo que lees. Yo sabía que leía más rápido que la media (bueno, soy más bajita que la media, para eso están las medias) y lo pude comprobar con este vídeo. No os quiero decir mi resultado para no hundiros la moral, je,je,je. Yo ya sabía de esa cualidad mía porque lo tenía medido ‘a la cuenta la vieja’ y es cuando te pones a leer algo a la par con alguien, en un periódico, revista o lo que sea que ya no se hace y ves que siempre terminas más pronto que ese alguien. Haced la prueba. Y eso, para los que hayan llegado hasta aquí, se consigue entrenando. Por eso, este post es el más largo que he escrito hasta ahora, para mantenerte leyendo más rato. Hasta la próxima, a ver qué señales me llevan hasta un nuevo post.

Ana Sancho
blog.mujerjoven@gmail.com
Twitter: @4n4s4n

Consulta en este enlace todos los artículos de Ana Sancho en su espacio ‘Mujer joven de mediana edad‘.

También puedes leer aquí las colaboraciones de distintas autoras del blog de Vivencias.

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