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Dejemos de impresionar a nuestros hijos e hijas para que sean los mejores

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Dejemos de impresionar a nuestros hijos e hijas para que sean los mejores

La tendencia en los últimos años es educar a los hijos e hijas trasmitiendo que son especiales, que ellos/as pueden con todo y que siempre que se propongan algo lo conseguirán. Esto hace que carguen con una gran presión y que pongamos sobre sus espaldas unas expectativas que no son capaces de gestionar.

Cuando presionamos demasiado lo único que se genera es un miedo al fracaso y a la decepción, dejando de lado sus propias necesidades, deseos y decisiones por el miedo de defraudar a los adultos y afectando directamente a su seguridad y al miedo de no pertenecer al grupo y a que se les deje de querer.

Así que, muchas de esas niñas y niños cuando crecen deciden ser pasivos… ni siquiera intentarlo cuando ven que hay una mínima posibilidad de no ser especialmente bueno o de destacar, cuando ven que el resultado es incierto. Persiguiéndoles este temor hasta la adultez, en forma de indecisión y dejando pasar oportunidades. Paralelamente, se desarrolla un nivel muy bajo de tolerancia ante el fracaso, y se comienza a sistematizar el “todo vale” y “el fin justifica los medios” con tal de ser el número uno y no enfrentarme al fracaso.

Se genera tal miedo al rechazo, a equivocarse, a la decepción y al fracaso que se prepara el terreno para que aparezcan conductas como la trampa y la mentira unidas al miedo. Sería interesante cambiar la frase “eres especial” por “eres único/a”.  Este cambio es básico, ya que así nos centraremos en el proceso educativo que vivimos con nuestros hijos/as, en todo su potencial y en motivarlos, en vez de centrarnos en los resultados. Y asumimos que no tenemos hijos e hijas perfectos, y que nosotros mismos/as no somos perfectos confiando plenamente en ellos/as sea cual sea el resultado y sobre todo, les dejamos aprender más de sus aciertos y de sus errores y damos un primer paso hacia la desaparición del sistema de castigos y recompensas.

Sería algo así como visualizar el fracaso como una oportunidad para aprender y la equivocación como un paso hacia la mejora mutua y personal. En vez de darles la solución es mejor dotar de herramientas, Por ello, recomendamos:

-Centrarnos en las competencias y el potencial de nuestras hijas e hijos, no en los resultados o notas.

-Dejarles aprender de sus aciertos y errores.

-Ver el fracaso como una oportunidad de aprendizaje.

-Evitar el sistema de castigos y recompensas.

-Ser modelo y enseñarles la importancia del esfuerzo.

Centro Te Motivan.

Rocío Gómez Carrillo, Psicopedagoga y directora de Te Motivan, centro especializado en Málaga para niños con dificultades y sus familias.

 

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