El discurso del rey

 “A veces hablamos mucho y decimos poco. Para expresar más, conviene pensar más”
Honoré de Balzac

Esta semana les he pedido a mis alumnos un trabajo en equipo, pero rozando el ‘mortal’: les he dicho que tendrán que exponerlo de forma oral delante de toda la clase. No os podéis imaginar los cuchicheos y “¿por qué nosotros?, ¿y qué hemos hecho?, pues yo no hablo…”. Esto que en otros países es habitual, aquí todavía cuesta y, a veces, mucho.
En la enseñanza por proyectos los alumnos se acostumbran a hablar y contar experiencias de forma natural y desde muy pequeños. En cambio, en el sistema actual no pasa así.
Para colmo, les he dicho que tienen que contármelo, no leerlo. La verdad es que esta semana los quintos me miran mal, ¡muy mal! Me gusta darle variedad a la asignatura e intento que vean otras posibilidades: me gusta jugar con la motivación y al final del tema les ofrezco la posibilidad de aumentar voluntariamente un punto sobre la nota. Éste es el trabajo del tema 5 de Ciudadanía.
En general, ¡qué nos cuesta hablar en público!: nuestra postura, la oratoria, la mirada, el uso del cuerpo, la capacidad para reaccionar ante determinados problemas, el movimiento… A nuestro sistema, entre otras cosas, le falta la oratoria. Ya no es sólo contar, comentar o convencer de algo, sino el perder miedo a estar delante de un grupo y salir airoso. Hace algún tiempo que hice ya las oposiciones: mi experiencia es positiva porque aprobé, aunque no sé lo que hubiera sucedido si hubiera suspendido después de todo el tiempo que le dediqué. Estudié, intenté conectar e hilar mis temas dándoles otra visión y me preparé para convencer al tribunal. Recuerdo que lo que más miedo me daba era que faltara alguno o por lo contrario, que no fuese capaz de captar su atención: preparé presentaciones y finalizaciones de los temas, mi vestuario y mis movimientos.
Mi tío Manolo decía que cuando hablas o escribes algo es muy importante crear una expectativa: el tema tiene que enganchar y a veces, debes suscitar dudas, para que llegado el final puedas sorprender a tu interlocutor con las soluciones esperadas. Siempre me ponía de ejemplo la comida: uno comienza por los entrantes, mejor si son llamativos y no deben llenar; la bebida es muy importante porque va a hacer que nos sintamos a gusto o a disgusto con lo que comemos (se refería a lo que acompañaba: la voz, el tono, la cadencia, las repeticiones, el movimiento…). Pasamos al plato central donde debe estar el peso de la comida y por último, terminar con un buen dulce que nos satisfaga. ¡Ay mi tío Manolo! No llegó a verme durante esa prueba, pero os puedo garantizar que no dejé un momento de pensar en él mientras me preparaba.
En una comunicación hay una serie de elementos:

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Vamos a centrarnos en los primeros epígrafes de vuestra izquierda: dentro de la Comunicación tenemos el tipo verbal y la no verbal.

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Ahí es donde vamos: ¿cuántas veces veis algo y os gusta sólo con verlo? A eso le llamamos intuición o buenas sensaciones, pero puede que vengan determinados por unos gestos que pasan desapercibidos conscientemente, pero que nuestro cerebro sí los recibe. Estos gestos, estos movimientos, estas muecas… hacen que nuestro interlocutor pueda saber mucho más de lo que nosotros mismos estamos hablando.
Elsa Punset nos deja un par de recomendaciones sobre muchos de estos aspectos:

A lo largo de nuestra vida tendremos diferentes momentos en los que es necesario hablar en público. Para alguno puede suponer un reto, una batalla (perdida o ganada), pero creo que siempre es entrenable. Muchas de estas ocasiones pasan en un abrir y cerrar de ojos: una entrevista de trabajo, un examen oral tipo oposición, una charla, sin ir más lejos una conversación:

(Interesante vídeo donde, a partir del minuto 9 aproximadamente, Álvaro González Alorda -@agalorda- da su punto de vista sobre lo que es y no es una conversación)
Al final, entre otras cosas, para comunicar necesitamos sentir lo que estamos diciendo y creer en ello, o incluso, ser tan buenos mentirosos como para engañar con lo que estamos mostrando. El caso es que cuando hay cercanía, asertividad, claridad y una pequeña dosis de humanidad llegamos mucho más lejos: el secreto como en muchas otras cosas está en la actitud. Y si no, ved este vídeo y ya me decís:

Para terminar y no cansaros mucho, os dejo este otro vídeo de TED donde podréis pasar un buen rato analizando diferentes comportamientos corporales y lo que éstos significan.
https://youtu.be/CtC3BVD8Rb4

La receta de esta semana, es un dulce curioso; no goza de una buena presentación, sin embargo, dices su nombre y a la mayor parte de la gente se le hace la boca agua: Brownie. La receta es de una gran repostera, Bea Roque (@BeaRoqueT), de este libro. En él podréis encontrar unos maravillosos dulces. Os lo recomiendo.

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Hoy os voy a poner la misma receta, pero con algunas ligeras modificaciones: ella hace la mitad de esta cantidad, en mi casa no tenemos ni para empezar, ¡al menos, que quede algo tras un recreo!
Ingredientes:
– 150 gr. de mantequilla
– 340 de chocolate negro de cobertura
– 300 de azúcar blanca
– 4 huevos tamaño L
– 1 cucharada de vainilla, media de café soluble y una cucharada de canela
– 1 cucharadita colmada de sal
– 100 gramos de harina (mezclé mitad integral y de repostería, de trigo)
– 200 gramos de frutos secos (nueces picadas, avellana americana y algunos piñones). La receta original es sólo con nueces
Elaboración:
Tamizamos la harina con el cacao y separamos.

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Mientras, derretimos al baño María la mantequilla y el chocolate. Es muy importante que el fuego no sea muy alto, ya que no queremos que se haga una plasta. Si tenéis vitro, o inducción, al cinco estará bien.

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Una vez derretido, le añadís el azúcar y se hará como una masa un poco harinosa. Seguimos batiendo y le mezcláis uno a uno los huevos sin parar de mover las varillas. Aquí es donde le echo un poco de canela y una cucharadita de vainilla. A continuación, sobre este recipiente vamos adicionando poco a poco la mezcla de la harina y cuando esté lista la mezcla de frutos secos. No los partáis mucho, al menos a mí me gustan más así.

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Echaremos nuestra mezcla en una bandeja, previamente engrasado o en papel de horno. Alisaremos y al horno: precalentado a 180 grados y cuando vayáis a meterlo, bajadlo a 150. El tiempo es de media hora, pero yo lo saqué un poco antes. Tenéis que comprobar que se crea una corteza sólida sobre la superficie y por supuesto, el truco de la aguja (pincharlo y que salga limpia). Una vez fuera, debemos dejarlo reposar varias horas.

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Si lo queréis presentar, podéis recortar un poco los bordes que siempre quedan más sequillos. Acompañado de helado de vainilla y chocolate caliente está de rechupete. O pruébalo al revés: con una crema de natillas de vainilla y helado de chocolate. En mi casa no dio tiempo a presentarlo de ninguna de estas maneras, jajaja.
Espero que a mis alumnos les salga una buena presentación. Y espero que vosotros paséis, al menos, un buen rato descubriendo “el otro lado de la comunicación“. Tratad de multiplicar, más que de sumar.
Por cierto, ¿habéis visto la película que da nombre a esta entrada?
Que os vaya bonito.
Maribel B.
@_MaribelBP

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