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¿Son especiales, diferentes? ( Sobre Síndrome Down)

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¿Son especiales, diferentes? ( Sobre Síndrome Down)

“Ellos se ríen de nosotros porque somos diferentes y nosotros nos reiremos de ellos porque todos son iguales”
Cita del libro ‘Mi hermano persigue dinosaurios’

Hoy vengo a hablaros de un libro, pero antes hagamos las presentaciones oportunas:
Me gusta el Tintero de Carlos Alsina (@carlos_alsina). Como los jueves estoy trabajando a esa hora, suelo descargarme el podcast y escucharlo; pero hoy la historia no va sobre él, sino sobre un niño que me descubrió a través de un precioso libro: ‘Mi hermano persigue dinosaurios‘. Es cierto que Alsina es un excelente contador de historias, no os estoy descubriendo algo nuevo; pero ésta me pareció entrañable:
El tintero: La emotiva historia de cómo Giacomo aceptó a su hermano con Sindrome de Down
Y claro, una vez más, me enganchó, así que de forma egoísta, busqué el libro para regalárselo a mi marido porque yo también quería leerlo.
Es curioso cómo a veces una maravillosa noticia se nos llena de nubarrones y comienzan nuestras dudas. En el caso de los padres de Gio no fue así. Ellos aceptaron a su hijo; pero lo interesante y emocionante de este libro es cómo vive y acepta a Gio su hermano mayor, Giacomo. Me enganchó la primera página y lo leí rápidamente. Es un libro lleno de verdades, de miedos, de risas, de ternura, de incertidumbres, pero es una historia contada por su protagonista. Eso es lo que le da mayor credibilidad y te acerca a su mundo.
El próximo curso recibiremos a un alumno especial en mi centro; llevo catorce años en mi colegio y no he conocido ninguno allí. La última vez que tuve un Síndrome Down, fue en mi segundo año como maestra… De eso ya hace muuuuuchos años y yo apenas sabía nada de cómo tratarlo. Fue un curso diferente en el que empecé de Apoyo (por un error administrativo), sustituí a la maestra de Música y terminé siendo la tutora de un cuarto, ¡menudo jaleo! Allí fue donde conocí a Antonio. Todo un personaje: simpático, cariñoso, gracioso, enigmático y que en cada clase conseguía sacar algo nuevo de mí. Era el rey de la clase: sus compañeros lo cuidaban, sabían cuando precisaba ayuda y cuando debían dejarlo sólo… Cosa que yo fuí aprendiendo con el tiempo. Fue una primera y maravillosa experiencia.
Varias veces me han preguntado si este tipo de alumnado se integra en las clases y cómo los reciben sus compañeros. Como ya sabéis, algunos de los que habéis pasado por aquí, personalmente apuesto por la escuela inclusiva. Creo que los niños se fortalecen y mejoran porque aceptan a sus compañeros y aprenden a tratarlos, los cuidan, en definitiva crecen como personas, porque el enriquecimiento es recíproco. En el caso de Antonio, cuando hablaba con su logopeda, mi compañera Pili, siempre llegábamos a la misma conclusión: no precisaba una ayuda especial porque llevaba sus clases de forma normal, un poco vaguete, pero sin apenas ayuda externa.
Y es que como bien dice el maestro Iribas, “un cromosoma de más nos aporta, nos enseña y siempre nos regala“.
¡Qué gran verdad! ¿A qué sí? Desconocía el vídeo, pero es así; necesitan que los tratemos igual porque en definitiva tienen las mismas necesidades que nosotros.
Hoy os traigo varios ejemplos, seguro que algunos los conocéis:
El primero es nuestro malagueño Pablo Pineda, ante el cual me descubro. Os dejo la entrevista que le hizo Pepa Bueno y su definición sobre el síndrome: “Hay diferencias, pero no grados”.

No sé si visteis una cámara oculta que hicieron en “El Hormiguero”. La vi y me impresionó porque tenemos muchos prejuicios, seamos sinceros. Todos.

En mi colegio hay algo que ya no se lleva tanto y os puedo decir que hemos regañado, corregido, organizado jornadas y nos ha costado muchísimo desechar: y es que mis alumnos para insultarse se decían “malito”. Lo usaban para hacer daño y eso era doloroso. Las diferencias nos enriquecen y el no querer verlas sólo nos empequeñece como personas. Los niños suelen ser dañinos y con los que ven inferiores o distintos, más. La única forma de que aprecien y valoren esa situación es la convivencia con ellos. Os puedo contar mil y una batallitas sobre niños de Educación Especial y sus compañeros de aula, en mis clases. Y en todas me ratificaría en mi postura. Si me lee algún compañero dirá “Ya, claro… Pero no es fácil dar una clase con este tipo de niños”; por supuesto que no, pero nuestras clases hoy día son muy heterogéneas y además de tener la ‘ONU’, aprender, o mejor dicho ‘chapurrear’ algunas palabras en otros idiomas, también tenemos niños de integración.
Si cuento de forma general a mi alumnado, en cada clase tengo dos o tres niños que no precisan mi ayuda, que son autónomos, lo que no quita que no precisen mi observación y tutela. Hoy día la mayoría de las clases presentan muchos niveles y la mayor parte de ellos diferentes. Hablo de mi cole de forma concreta y recuerdo una clase donde se pueden hacer hasta cinco niveles diferentes, cada uno con sus extremos, sus problemas y sus peculiaridades. ¿Estamos preparados para ello? La mayor parte de las veces nuestras problemáticas como maestros no son los alumnos de Educación Especial, son niños que vienen con problemas de sus casas y la escuela debe acoger, a eso además añadimos las problemáticas específicas de conocimiento y aprendizaje.
Volviendo al tema, hay alumnos que van a aulas específicas, pero suelen ser minoría; en general, los niños con un síndrome o una discapacidad física o psíquica, se integran y evolucionan. Pero, como casi siempre, me estoy yendo…
Otro ejemplo para hoy es el vídeo de Gio y su hermano, no podía faltar si estoy hablando de su libro; me parece que sobran las palabras:

Hace algún tiempo leí el tercer tiempo de Andy. Me pareció una historia maravillosa, donde las reglas se transformaron en pro de la inclusión porque con ellas no sólo ganaba Andy, ganaban todos. El día que lo veamos con normalidad, el día que no nos sorprendan este tipo de actitudes, ese día será integrador y habremos conseguido la integración real.
Y para concluir, hoy vamos a hacerlo a lo grande. Para ello tenemos a un conocido malagueño Ramón Pis, más conocido como Mon. Tiene un don especial para transmitirnos energía y hacernos sonreír. Que sepáis que además de un fan incondicional del Unicaja, querido por los jugadores y la afición, por si fuera poco, es un gran especialista. Mirad, mirad…

Hace ya unos cuantos meses leí que lo importante no era lo que tú le pedías a la vida, sino lo que ella esperaba de ti. No voy a juzgar a nadie; pero sí agradecer a los hermanos y padres, a las familias de estos niños y niñas su entrega; a sus maestros, su responsabilidad, el ir más allá de lo conocido, su búsqueda por nuevas terapias y su lucha por lo que creen importante. Son un ejemplo a seguir y fruto de ellos son estos niños o estos adultos. ¡Claro que somos diferentes, por supuesto, pero todos! Ya ha llegado la hora de desterrar nuestros prejuicios, porque ellos suman y mucho. En una entrevista le preguntaron a Pablo Pineda si era especial; él contestó: “Lo que tengo de especial son unos padres y un entorno que han luchado porque sea lo más autónomo posible”. Pues bien, ¿no es esto a lo que deberíamos aspirar todos los padres?
Feliz verano para los que ya estéis de vacaciones y nos seguimos leyendo por aquí. Si tenéis un huequillo, leed “Mi hermano persigue dinosaurios”. No os arrepentiréis.
Que os vaya bonito, como siempre.
Maribel B.
@MaribelBP

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