“El modo de dar una vez en el clavo es dar cien veces en la herradura”
Miguel de Unamuno
Hace unos años tuve un curso un poco complicado. Eran niños normales, quizás dejados un poco de sus familias y hastiados por todo lo que les rodeaba. Me costaba mucho motivarlos, trabajar con ellos, centrarlos, faltaban mucho a clase… Hasta que un día cansada de tanto tedio, llegué a la clase y les puse este vídeo:
Se quedaron impresionados y después me sometieron a un interrogatorio: como siempre estaban los listillos que les parecía increíble, de hecho, decían que si fuera así ellos no faltarían ni un día; otros, los sensatos, que impresionados no se podían creer cómo iban todos los días al colegio y por último, los escépticos, que no se lo creían.
Estos niños tienen un gran mérito: arriesgan todos los días sus vidas para ir al colegio. ¿Creéis que quieren ir al colegio?, ¿pensáis que necesitan ir al colegio?, ¿ tienen miedo?… No sé, he visto este vídeo centenares de veces y me hago muchos planteamientos: igualdad, necesidad, suerte, aleatoriedad… Ya sé que a veces puedo ser un poco drástica en determinados planteamientos, pero ni mis hijos ni mis alumnos (ni nosotros mismos) saben la suerte que tienen de ir todos los días al colegio, de tener alguien que se preocupa por ellos, de contar con un desayuno y un segundo, para el recreo… Les damos a nuestros hijos muchas cosas, en parte porque muchas de ellas son necesarias, pero no siempre les demostramos su valor: el esfuerzo y lo que esto conlleva.
Vivimos en una sociedad donde nos hemos acostumbrado a lo gratuito y por tener esta característica no lo valoramos, por ejemplo, los libros de enseñanza en los colegios, al menos en Andalucía, son gratuitos (hablamos de enseñanza pública y concertada y en determinadas etapas); ¿cuidan nuestros hijos estos libros? No, el porqué está claro: en ningún momento le dan el valor que tienen simple y llanamente porque no lo han comprado. Si los libros se estropean, se reponen y son pocos los centros que deciden pasarles una cantidad económica a los padres porque existe un remanente para reponer estos libros. El problema es que esto también es educar.
Hace un par de años la Junta daba los portátiles gratis. Muchos de nuestros alumnos se juntaban con varios ordenadores en casa y el peor era éste, por lo que no les gustaba; de hecho, no lo necesitaban. La igualdad es necesaria, pero precisamos de datos evaluadores mejores para hacerles llegar más a los que no tienen el material preciso y no dar a todos por igual sin ver qué necesidades tienen.
El esfuerzo es extrapolable a otros aspectos: el hecho de sacrificarse, la constancia a la hora de estudiar, el intentar modificar determinado aspecto de conducta, la continuidad en el trabajo… Y todo esto como siempre es entrenable y se puede enseñar. En general necesitamos más autodisciplina en nuestra vida. Desde que los niños son pequeños les decimos que precisan rutinas porque les van a dar confianza, seguridad y autonomía; pero conforme van creciendo nos relajamos con esas rutinas y comienzan a perderse un poco. Recuerdo que no hace mucho leí que Laura Rojas Marcos, una de la hijas del prestigioso psiquiatra, decía que el mejor consejo que le había dado su padre era que la perseverancia unida a la disciplina forjan la autoestima. Al fin y al cabo, somos fruto de lo que hacemos.
Cuando hablamos de perseverancia, usamos como sinónimos fuerza de voluntad, constancia, coraje… Es cierto que si estamos hablando de Educación tendríamos que hacer unas cuantas diferencias, aunque mínimas, ya que las unen más características que las diferencias:
– la constancia es una actitud o una predisposición con un propósito concreto.
– la persistencia sería el hecho de mantenerse firme o constante ante algo.
– la perseverancia es mantenerse constante en algo que hemos comenzado, en una actitud o una opinión.
(He tomado estas definiciones de diferentes fuentes, intentado expresar las diferencias/similitudes que quiero resaltar en ellas).
Como podéis ver todos estos términos son prácticamente sinónimos y de hecho, los empleamos así. En todos prevalece la actitud, la firmeza y un objetivo a conseguir.
Relacionado con ello me gustaría que leyerais este artículo: en él se nos precisa que dicha actitud nos marcará nuestro futuro y que todo en la vida no es talento, sino que hay que seguir trabajando. Hace un símil muy curioso viendo la constancia como un maratón y no como una carrera de velocidad (talento). En fin, me parece otro punto de vista interesante: La gurú de la fuerza de voluntad y Will Smith.
Respecto a la perseverancia, me gustaría citaros a otro de “mis habituales” (Virginio Gallardo, @virginiog); en uno de sus tweet nos deja diez citas sobre el valor de la perseverancia.
Una de sus frases que más me gusta es: “El talento es perseverancia y la perseverancia tiene que ver con la pasión, por eso hay tanto talento en los que disfrutan lo que hacen”.
Y ya que hablamos de talento podríamos interrogarnos si sabemos cuáles son nuestros virtudes, en palabras de Juan Carlos Cubeiro (@juancarcubeiro): “lo que uno sabe, quiere y puede hacer”:
– Pasos para construir el mapa de tu talento
Hablando de la perseverancia no podía faltar uno de mis profesores de cabecera José Iribas (@joseiribas) en su blog:
– Persevera: es excelente
Y es que cuando lo planteamos deportivamente es muy fácil de ver: entrenamiento y trabajo de cargas, aprender a caerse y levantarse, equivocarse y volver a intentarlo, miedos y superación de obstáculos… De hecho, el mismísimo Toni Nadal nos lo recordó hace varios días en una de sus entrevistas.
¿No os parece que estos mismos planteamientos podemos hacerlos en la familia y en la escuela?
Leíamos sobre la fuerza de voluntad y citábamos a Ángela Lee Duckworth un par de párrafos más arriba; aquí tenéis su vídeo:
La cocina es creatividad, estudio, esfuerzo, constancia… Y quizás mi receta, a la que he dedicado más tiempo, son las magdalenas: he hecho muchas recetas: con nata, con leche, con aceite, las famosísimas magdalenas del archiconocido Barriga, de diferentes blogs, con diferentes sabores… Y al final, he hecho mi propia receta: está basada en una de mi madre (¡cómo no!). Ella las llamaba las magdalenas del “cuarto” y, como siempre, con algunas modificaciones. Espero que os gusten, a mí me encantan:
Ingredientes:
– 1/4 de azúcar
– 1/4 de harina de repostería
– 1/4 de huevos (5 tamaño L o 6 tamaño M)
– 1/4 de aceite y leche (la proporción es casi la mitad, 125 aproximadamente, pero en la parte de aceite lleva mezcla de aceite de oliva y de girasol)
– Canela, una cucharadita de levadura de sobre y un papelillo de gaseosa (uno es doble: parte blanca y morada de forma conjunta), rayadura de limón, azúcar para adornar y piñones.
Elaboración:
Tengo de hace ya muchos años un robot electrónico que me regaló mi abuela y es el que utilizo: montamos las claras, añadimos el azúcar, ponemos las yemas con las raspaduras de limón (y sigue batiendo, por supuesto); a continuación echamos los aceites y la leche y por último la harina con la canela, la levadura y los papelillos de gaseosa (que previamente habremos pasado por un tamiz). Lo ideal es meter la masa un poquito en el frigorífico, un par de horillas, pero hay veces que no me da tiempo y las hago a continuación.
Se sacan del frigo y dejamos un tiempo para que se atemperen, a continuación volvemos a batir y las ponemos en un molde especial donde caben perfectamente sus cápsulas (podéis ponerle un poquito de aceite, una gota, si las cápsulas son de silicona). Rellenamos casi hasta arriba, pero dejamos un dedo para que queden más bonita su presentación. Sobre esa masa ponemos azúcar, unos caminitos, suelo hacer una cruz (eso hará que la masa rompa en el horno y presenten su forma habitual con esa capa característica) y unos cuantos piñones, si os apetece.
Al horno a 175 grados, previamente lo habremos calentado a 200. Como son individuales no tardan mucho: suelo poner el horno con ventilador y sobre los 15 minutos están listas. Ya sólo tienes que esperar a que se enfríen, si es que eres capaz. ¡Están buenísimas!
Para terminar os dejo con un vídeo, el trailer que da nombre a este artículo. Vedlo tranquilamente y ponédselo a vuestros hijos. Seguro que tendréis muchas cosas de las que hablar y reflexionar: ¡Cuán afortunados somos!
Mi abuela me decía siempre frases de este tipo: “el que la sigue, la consigue”, “¡ si quieres, puedes!”. ¿querer es poder? A veces queremos pero no siempre lo logramos, en cada caso tendremos que analizar la viabilidad de la empresa, pero en cuanto a Educación se refiere, el esfuerzo, la fuerza de voluntad, la perseverancia, la disciplina nos ayudarán a formarnos como personas. Siempre suman o, como decíamos hace un par de semanas, ¡multiplican!
Que os vaya bonito
Maribel B.
@_MaribelBP
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