“En el mundo actual todas las ideas de felicidad acaban en una tienda”
Zymunt Bauman

¿Cómo estáis?
Casi sería mejor que empezáramos a saludarnos. No, no os he abandonado, es que he estado “muy trabajosa”, que digo yo.
Por aquí ya todos incorporados a nuestros ritmos y rutinas habituales. Han pasado las Navidades y esa magia que las rodea. Hoy vengo a contaros una historia:
Este mes de diciembre un niño que conozco escribió su carta a los Reyes Magos. En su casa tienen por costumbre pedir tres regalos: él pidió un juego de Lego, material escolar (que digo yo que eso sería influencia de su Seño… ¡y mira que tenemos influencia los maestros!, ojalá todos aprendiésemos a emplearla bien) y como tercer regalo comida para los pobres. Sus hermanas leyeron la carta e intentaron convencerlo para que cambiase el último de los regalos, pero él se resistió y decidió no hacerlo.
Hay personas que llevan implícita esa ilusión en su día a día: ese esperar, el hecho de confiar, esa magia, el anhelo por nuevos proyectos, el deseo de querer aprender… Son personas que sólo estar con ellas te enriquecen porque piensan y miran hacia delante. Son personas cálidas y positivas. Son felices.
Ya sé que actualmente vivimos en mundo donde los hay “eternamente” felices y otros que están en su busca. De hecho, quizás determinadas nuevas empresas tipo Mr. Wonderful han encontrado un campo muy extenso; sin embargo me pregunto cómo llegamos a esa felicidad, ¿en qué se basa la ilusión?, ¿somos capaces de mantenerla o la perdemos conforme vamos creciendo?
La infancia está relacionada con la ilusión: viven intensamente cada segundo, creen que todo es posible y disfrutan de las pequeñas cosas. Conforme crecemos comenzamos a descubrir que las cosas no siempre son como habíamos imaginado y comienzan las decepciones, las frustraciones, etc. A mis alumnos suelo ponerles este ejemplo: poneos la mano delante de los ojos ¿qué veis? Ahora colocadla delante vuestra, extendiendo vuestro brazo ¿qué sucede? En ambos casos nuestra posición no ha cambiado, pero sí la información que nos rodea. Ellos, los niños, son los del primer ejemplo: sólo ven lo que tienen delante; por el contrario, nosotros somos los de segundo, tenemos tanta información que cuando analizamos algo todo nos influye y perdemos de vista qué queríamos hacer. En la mayor parte de las veces, preferimos no ejecutarlo porque pensamos que algunas de esas variantes que intervienen harán que no se realice.
Estoy segura que conocéis a adultos que disfrutan con lo que hacen, se ilusionan ante determinados retos y creen que son capaces de cambiar lo que les rodea, con lo que podemos llegar a mantenerla. No creo que la edad determine esta pasión. Por mi experiencia, las personas que conozco así son aquéllas a las que no se lo regalaron todo, aprendieron de sus errores viéndolos como oportunidades de cambio y, sobre todo, creyeron en sus posibilidades o en aquéllos que tenían cerca. Es un sentimiento entusiasta, cargado de positivismo que nos empuja hacia un objetivo concreto.
Me niego a pensar que no tengáis un reto, que no haya algo que os ilusione, o algo queráis aprender.

Hace un par de semanas cuando vi este vídeo me encantó. No sé si sabéis su historia: está realizado por un estudiante de cine alemán y capta esa necesidad de volver a ilusionarse, de hacer aquello que tanto le gustaba. Ese deseo de volver a ponerse las zapatillas y echar a correr. Desde su escuela intentaron ponerse en contacto con la firma deportiva, pero no les respondió. El “no anuncio de Adidas” se publicó a mediados de diciembre y cuenta con una lista muy amplia de reproducciones.
La vida tiene mucho que darnos aún, por eso es importante recuperar proyectos anteriores personales, de pareja o de familia; está claro que si nuestros hijos o alumnos no lo ven, no lo aprenderán, y lo que es más importante, dejarán de soñar y vivirlo. La magia, la ilusión, la esperanza, los sueños, e inclusive el idealismo es una continua búsqueda. Eduardo Punset nos explica que en el hipotálamo del cerebro hay lo que los científicos llaman circuito de búsqueda, que nos alerta los resortes de placer y de felicidad; de hecho, sólo se pone en marcha durante la búsqueda y no durante el propio acto. Podríamos decir que es entonces el previo a lo que conseguimos… Pero qué felices nos hace, ¿eh?
La felicidad está en la búsqueda.
La ilusión está muy relacionada con nuestras motivaciones sobre todo intrínsecas: ¿qué queremos hacer?, ¿qué queremos lograr? En esta misma senda he encontrado este artículo en el que cuenta cómo esta profesora de Nueva Jersey cambia los mensajes hacia sus alumnos llenándolos de motivación con sus notas en sus mesas. ¡Claro que sí! Los mensajes que habitualmente damos a nuestro alumnado y a nuestros hijos son muy negativos: “¡Quita, es que no sirves para esto!”, “ya lo hago yo”, “a ver si aprendes”, “pues déjalo, si no puedes, déjalo”… Y debemos cambiar este hábito porque implica muchas veces crear tedio, aburrimiento, “pasar” de las asignaturas, de sus proyectos, y esto ni les conviene a ellos ni a nosotros.
Nunca dejes de intentarlo
A veces algunos, tras ese fallo, se rinden y ya no les merece la pena, abandonan. Creo que éste es el gran problema que tenemos hoy día tanto padres como hijos: no somos capaces de soltar la cuerda, los protegemos en todo y les estamos quitando herramientas útiles para su vida, somos más dañinos que beneficiosos. Los niños de hoy en día lo tienen todo. No se esfuerzan para conseguir aquello que desean. Creo que tenemos una sociedad muy preocupada porque a sus hijos no les falte de nada y olvidan elementos básicos. Recordaréis, a principios de estas navidades, un vídeo de un profesor que les hablaba a sus alumnos suspensos: Pablo Poó (@PabloPGallardo). Fue tan denostado como alabado, pero ¿por qué? A muchos les pareció durísima su charla y otros se lo agradecieron. Pero os dejo directamente con él. Así tendréis vuestra propia opinión:

En mis clases utilizo mensajes en las libretas, pero me he dado cuenta que motivan a los “buenos” y a los que están en el límite, pero los que no quieren, los que no hacen las actividades, los que suspenden… les da igual: han perdido esa ilusión. ¿Cómo recuperarla? Cuando hemos perdido esa emoción, esa motivación especial, necesitamos en primer lugar darnos cuenta si es un problema o no; quiero decir que no es posible vivir eternamente ilusionado y que la felicidad no es un estado continuo y constante. No. Todos sabemos que nuestra vida pasa por altibajos, al igual que la de nuestros hijos y/o alumnos. En segundo lugar, deberíamos intentar modificar esa situación: cambiando nuestra rutina, buscando nuevas metas y valorando otras opciones. En fin, esto no es un gabinete psicológico y yo no soy psicóloga, sólo me gustaría animaros a ilusionaros, a disfrutar de las pequeñas cosas que tenemos a diario (que pasan delante nuestra y apenas les prestamos un minuto de nuestro “valiosísimo” tiempo). La vida no es perfecta, pero en muchos casos somos unos afortunados por lo que tenemos y lo que nos rodea, sin embargo nos pasamos el día protestando, rumiando y enfadados.

Postres y otras dulcerías

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¡Cómo me encantaría que nos ilusionáramos con pequeñas cosas! Últimamente me ha hecho muy feliz este libro que mis compañeros me regalaron por Navidad. No os imagináis la ilusión que me hizo porque no me lo esperaba. Y precisamente de aquí es esta maravillosa receta: Tarta de remolacha con chocolate. Sólo pude hacer esta foto mientras se enfriaba porque se acabó rápido. ¡Buena señal! Un libro con una recetas muy interesantes.

Tarta de remolacha con chocolate

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Y la historia que comencé no la he terminado, ¡qué despiste! En fin, la tarde-noche del cinco de enero el niño, como casi todos, estaba de los nervios y no hacía más que preguntarles a sus padres si le traerían lo que había pedido. ¡Qué maravillosa es esa magia!, esa ilusión capaz de creer, de soñar, que sólo algunos tienen.
Pues llegó el día seis y en casa de su abuela, los Reyes, “que son Magos”, como después le dijo su tío, no fallaron y le dejaron a cada uno de los nietos una bolsa con comida abundante. Al día siguiente, llevó su bolsa y las de sus hermanas a las Hermanitas de los Pobres. Estaba feliz.
Un abrazo muy fuerte y espero que os siga yendo bonito.
Maribel B.
@MaribelBP

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